martes, agosto 01, 2006

Más sobre Israel

A propósito de la nota de Rubén, un amigo escribió esto que me parece a mí una mirada distinta sobre el asunto. La nota es de Mariano Heluani:

Correcto tomar distancia de los actos de Israel en nombre de los Judíos. Lo que me pregunté leyendo la nota de Rubén es si tiene demasiado sentido. Quiero decir, se hacen guerras en nombre del occidente, se exterminan generaciones enteras en la defensa de dios-patria-familia, se hacen embargos criminales para exportar una “democracia” que nada tiene que ver con autogobierno de pueblos, se ocupan militarmente países para defender “nuestro” modelo occidental en peligro. Tendríamos que pasarnos la vida tomando distancias de todo tipo de aberraciones cometidas en nuestro nombre.
Yo creo que en el caso de Israel es un poco distinto.
La identificación entre el estado de Israel y la religión hebraica, aunque arbitraria, no es unilateral. El estado de Israel nace por el proyecto sionista (1880) que encuentra bases religiosas para fundar un estado justamente en Palestina, el cual pueblo hasta ese momento no compartía en gran parte territorio ni en algunos casos idioma (las bases para otros estados). Esas mismas bases religiosas son aceptadas por el pueblo hebraico diseminado por Europa como componente agregante, y lo son todavía ahora. O sea, en una buena parte, el pueblo hebraico se identifica en el estado de Israel. Además de, como decía, Israel identificarse con el pueblo judío.
No sé si existen otros países que utilicen criterios distintos que el derecho de suelo o el derecho de sangre para la atribución de la ciudadanía. Y creo que es por eso que la toma de distancia de Rubén en este caso tiene un sentido distinto respecto a mis obvias discrepancias con la política yanqui/europea.
Aún en las notas de Rubén y de Néstor Kohan hay una suerte de “recriminación” hacia el estado que se quisiera Judío por la no defensa de los correligionarios durante la represión argentina. El estado Judío debería haber defendido sus ciudadanos. Se requiere un estado Judío, allí donde no se respetan los valores del Talmud.
¿Puede un estado justo basarse sobre una religión compartida? Yo creo que no. Así como no puede un occidente justo basarse sobre los valores cristianos que tanto se quieren citar en la constitución europea. Porque las religiones se basan sobre verdades absolutas y reveladas, y por eso a menudo no son compatibles entre ellas en cuestiones esenciales. Porque la convicción de un pueblo de que el poseso de la tierra le deriva por donación divina es peligrosa y porque aún más peligrosa es la convicción de ser el pueblo elegido. Porque establecen una diferencia más entre los “nosotros” y los “ellos”. Y finalmente porque se tiende a hacer extranjero a quien no comparte la fe estatal.
Además los valores universales a los que se hace referencia, son un subconjunto de los valores que hacen una religión y muchos de esos valores son totalmente incompatibles con mi forma de ver el mundo.
Los motivos de la guerra en medio oriente son de naturaleza económicos y geopolíticos pero el humus en que crece es el de un estado confesional que ocupa un territorio sobre la base de un derecho divino, y que usa la religión como identificación nacional.
Es a partir de esa identificación religiosa que se ha construido meticulosamente una sociedad racista en la cual los mismos árabes israelíes no tienen una vida fácil, para no hablar de los trabajadores palestinos en Israel. Un tal sistema de apartheid, que requiere un buen nivel de consenso interno, se obtiene con una identificación fuerte del grupo dominante en una característica evidente. En el caso sudafricano o norteamericano se trataba de la raza. En nuestro caso es la religión.
El estado confesional, o la religión puesta como base de la convivencia, es incompatible con la paz.

1 comentario:

Diana Klim dijo...

Lo ilusorio de la diferencia

Si bien me gustaría que este comentario a destiempo realmente lo estuviera, lamentablemente no es así, no sólo por el hecho de que la situación en Oriente Próximo no ha dado ningún giro significativo y prometedor, sino porque el futuro inmediato tampoco asoma muchas esperanzas.
Hay un punto que llamó particularmente mi atención en este comentario, y es el religioso, pues sin duda la barbarie bélica, tiene sus raíces más allá de lo socio-político en un sustrato muy profundo.
En las entrañas mismas del patriarcado, es donde subyacen las raíces de la división y la dominación. Las religiones que conocemos cuyo carácter indiscutiblemente absolutista y revelado, han delineado el curso de nuestras sociedades al menos en los últimos cuatro mil años, plantean una dicotomía de origen; pues si por definición su objeto es volver a unir, re ligar (religare), sus manifiestos expresos o encubiertos de carácter separatista, han cincelado minuciosamente la condición esquizofrenia de toda una civilización.
El modelo patriarcal surge como una disociación en sí mismo, esta disociación en el nivel cultural, constituye la base para la neurosis de toda una cultura. El patriarcado disociado de su fundamento materno, reconstruyó ese fundamento disfrazándolo de madre fálica y la presenta, por ejemplo, como Madre Iglesia, madre patria, Alma Mater.
Es paradójico que el mismo temor que indujo al patriarcado a reprimir al matriarcado haya tenido al patriarcado neuróticamente atado, en su lucha de poder, a lo que entonces y aún ahora reprime. Aquello que se reprime por temor, vuelve a surgir en la forma de su represión.
En nombre del Dios Padre, se han cometido más crímenes que en ningún otro nombre. En nuestra neurosis colectiva, hemos violado la tierra (la misma que creemos poseer), hemos trastornado el delicado equilibrio de la naturaleza y creado misiles fálicos de destrucción masiva.
Nuestros modelos sociales, económicos y políticos, continúan separando y diferenciando en la irreconciliable y absurda búsqueda de poder; y el ser humano se asienta en su búsqueda desesperada de certezas, sobre la sólida estructura de la diferencia. Cuán ilusoria es esta solidez, cuán ilusorias las diferencias y aquí surge una pregunta inevitable ¿Cómo puede ser ilusorio aquello que salta a la vista? He aquí lo ilusorio, la vista.
Les dejo esta reflexión de Sedonia Cahill y Joshua Halpern y espero que juegue, desde algún lugar, una suerte de presagio.
“Si pudiésemos eliminar las ideologías que nos separan, detener la codiciosa destrucción y encontrarnos en la orilla del río, descubriríamos que todos somos hijos de la misma Tierra y que nuestras vidas están moldeadas por el fluir ceremonioso del Sol, la Luna, las estaciones y las mareas; que todos somos uno, en el Espíritu y en el cuerpo".

Así sea