sábado, diciembre 12, 2015

Éxodo

En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.


José Emilio Pacheco

sábado, octubre 24, 2015

Ya no


miércoles, agosto 26, 2015

Remendar palabras

"No te preocupes, disculpame este gesto de impaciencia. Era perfectamente natural que nombraras a Lucio, que te acordaras de él a la hora de las nostalgias, cuando uno se deja corromper por esas ausencias que llamamos recuerdos y hay que remendar con palabras y con imágenes tanto hueco insaciable. Además no sé, te habrás fijado que este bungalow invita, basta que uno se instale en la veranda y mire un rato hacia el río y los naranjales, de golpe se está increíblemente lejos de Buenos Aires, perdido en un mundo elemental. Me acuerdo de Láinez cuando nos decía que el Delta hubiera tenido que llamarse el Alfa. Y esa otra vez en la clase de matemáticas, cuando vos... ¿Pero por qué nombraste a Lucio, era necesario que dijeras: Lucio?"


de Julio Cortázar en  "Relato con un fondo de agua". 

martes, julio 21, 2015

Perfecta, feliz canción de amor



Entrevista a Alberto Ajaka

En la edición de hoy de Tiempo Argentino salió la entrevista que le hice a Alberto Ajaka. Para leerla, hacé clic acá

jueves, julio 16, 2015

Un cuento escondido


Había una vez un cuento tan chiquito que podía esconderse debajo de una pestaña. Cuando el ojo de la pestaña soltaba una lágrima de mar salado, dos lágrimas de mar salado, tres lágrimas de mar salado, el cuento se llenaba de barcos. En los barcos iban apilados, enredados, divertidos, enojados, desflecados, encantados, muchos marineros,
cocineros,
bailarinas,
mandarinas,
trompetistas,
gatos bigotudos,
loras charlatanas,
costureras,
tragafuegos,
peluqueras,
bebés, saltarines,
abuelitos, bicicletas, palmeras,
castillos, calesitas,
otros barcos y ananás.
¿Y qué más? Y ya está. En el cuento escondido no cabe nada más:
ni un ratón,
ni un poroto,
ni un gorgojo.
Entonces, los barcos se van lejos. Tan lejos que ya parecen granitos de arroz, semillas de amapola, polvillo de sol.
Porque este cuento está acabando de acabar,
con su mar,
con sus barcos,
con su sal.


Laura Devetach

sábado, julio 11, 2015

lunes, mayo 18, 2015

Mayo


No se marchitan los besos
como los malinches,
ni me crecen vainas en los brazos;
siempre florezco
con esta lluvia interna,
como los patios verdes de mayo
y río porque amo el viento y las nubes
y el paso de los pájaros cantores,
aunque ande enredada en recuerdos,
cubierta de hiedra como las viejas paredes,
sigo creyendo en los susurros guardados,
la fuerza de los caballos salvajes,
el alado mensaje de las gaviotas.
Creo en las raíces innumerables de mi canto.

Gioconda Belli, Nicaragua.

martes, abril 14, 2015

Adiós Eduardo.

Pequeña muerte

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande , muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

del Libro de los abrazos, Eduardo Galeano


lunes, abril 06, 2015

Poema 15

Siento que necesito
una enorme casa
para gritar en ella
aunque sea una vez por mes.

O tener un edificio
para arrojar desde el último
las ollas en que cocinaba mi madre.
Siento que la sangre
se me agolpa en el invierno.
Siento
que necesitamos amar
para quedarnos.

José Eduardo Ramos. 

Aparecido

El 17 de marzo de este año, identificaron los restos del periodista y poeta José Eduardo Ramos en el Pozo de Vargas. Es un lugar donde los represores tiraban los cuerpos de los secuestrados, de los desaparecidos. Ese pozo está a cuadras de mi casa, el lugar donde me crié, en mi barrio. La historia de José Eduardo, la sensibilidad de sus poemas, algo fue que me conmovió y durante una visita a mi provincia, busqué a sus hermanos para entrevistarlos. Aunque siempre tuve contacto con hijos y madres de desaparecidos, nunca me había detenido a pensar en forma profunda lo que implicaba la desaparición de un par. El encuentro con los Ramos fue conmocionante  para mí, es difícil de describir ese dolor silenciado por años que se les nota a los tres. Ellos encontraron a su hermano y se sienten en paz, pero hay algo del desgarro que no se cura nunca más. Acá el link de la nota que salió publicada en la edición de hoy del diario Tiempo Argentino

"El significado político y familiar de haber hallado sus restos es gigante"