sábado, marzo 15, 2014

Besos

Mirando el adiós



"He cogido tu billete, he entrado en el mar (esta vez incluso con los pantalones, para mantener el decoro debido a una despedida) y lo he depositado sobre la superficie del agua. La ola lo ha envuelto y ha desaparecido de la vista. Dios mío, he pensado durante un instante con esa zozobra de cuando se asiste a una despedida (las despedidas provocan siempre un poco de ansia y ya sabes que en mí siempre es excesiva), se es
trellará contra las rocas. Pero no. Ha tomado la dirección adecuada, flotando gallardamente sobre la corriente que refresca el pequeño golfo, y ha desaparecido tras un instante. He intentado agitar el pañuelo para decirte adiós, pero ya estabas demasiado lejos. Tal vez ni te hayas dado cuenta."

de "Un mensaje en medio del mar", Antonio Tabucchi en Se está haciendo cada vez más tarde.

martes, marzo 11, 2014

La música y Jaques

Una partecita de la nota que le hice al violoncelista Jaques Morelenbaum y que salió en la edición de hoy de Tiempo Argentino. Para leerla, hacé clic acá

lunes, marzo 10, 2014

jueves, marzo 06, 2014

Alguien había apagado la luna

-¿Quieres quedarte sola?-preguntó.
-Si lo quisiera, no te hubiera dicho que entraras-dijo ella.

Entonces, él extendió los dedos helados en la oscuridad, buscó a tientas la otra mano, y la encontró esperándolo. Ambos fueron bastante lúcidos para darse cuenta, en un mismo instante fugaz, de que ninguna de las dos era la mano que habían imaginado antes de tocarse, sino dos manos de huesos viejos. Pero en el instante siguiente ya lo eran. Ella empezó a hablar del esposo muerto, en tiempo presente, como si estuviera vivo, y Florentino Ariza supo en ese momento que también a ella le había llegado la hora de preguntarse con dignidad, con grandeza, con unos deseos incontenibles de vivir, qué hacer con el amor que se le había quedado sin dueño.

Fermina Daza dejó de fumar por no soltar la mano que él mantenía en la suya. Estaba perdida en la ansiedad de entender. No podía concebir un marido mejor que el que había sido suyo, y sin embargo encontraba más tropiezos que complacencias en la evocación de su vida, demasiadas incomprensiones recíprocas, pleitos inútiles, rencores mal resueltos. Suspiró de pronto:”es increíble cómo se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no.”Cuando terminó de desahogarse, alguien había apagado la luna. El buque avanzaba con sus pasos contados, poniendo un pie antes de poner otro: un inmenso animal de acecho. Fermina Daza había regresado de la ansiedad.

-Vete ahora-dijo.
Florentino Ariza le apretó la mano, se inclinó hacia ella y trató de besarla en la mejilla. Pero ella lo esquivó con su voz ronca y suave.
-Ya no-le dijo-huelo a vieja.


de Gabriel García Márquez en El amor en los tiempos del cólera