jueves, marzo 03, 2011

Cuando el DNI es un regalo


Estamos de festejos. Todos los que conocemos y trabajamos alguna vez con Franco sabemos cuánto quería tener documento. A diferencia de nosotros, para quienes el DNI es un papel que se lleva en el bolsillo, se aja, se mancha, se lava y se pierde una y mil veces, para él era el pasaporte a la escuela y a la asignación universal que le corresponde.
Cuando lo conocí, hace dos años en el barrio El Sifón, Franco no ocultaba su ganas de ir a la escuela, pero sin DNI no se podía inscribir. La noticia me llegó por mensaje de texto “¡Hoy Franco pudo ir a la escuela. Las ventajas del DNI!”, decía.
Hace dos meses, y después de varios años de trámites eternos, obtuvo por fin su documento, esa libreta que le abrió nuevas puertas y le permitió sentirse uno más.
Me contaron que ayer, ya matriculado, mientras exploraba el patio de su escuela, encontró en el suelo un DNI que una mujer descuidada había dejado caer. Lo levantó y corrió a devolverlo. Es que a los doce años, comprende más que todos lo importante que es sentir esa libretita dentro del bolsillo.

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