viernes, mayo 18, 2007

El comienzo de una despedida anunciada


Leyendo el suplemento NO!, que sale todos los jueves en el Página 12, que salió el jueves 17, me enteré de que no se van a fabricar más casette. La verdad es que yo soy de la generación del paso definitivo del disco al casette, y del casette al compact. No es una sorpresa, pero sí tiene un poco de tristeza. La nota está escrita por Javier Aguirre, y si querés verla entera, podés hacer clik acá. De todas maneras, subí al blog un fragmento que habla de los pro y los contra de los cassettes.

A favor y en contra (Para leer esta nota entera, clickeá en el título)
A favor: l Permite grabar y escuchar mensajes invertidos, preferiblemente de índole satánica, mefistofélica o demoníaca. l Es resistente a los golpes: una caída al piso no suele ser fatal, ni siquiera si después lo pateás. l Es desarmable; con paciencia y un destornillador se puede jugar al cirujano de casetes y arreglar algún desperfecto. l Permite regrabar: si te cansaste de tu casete de Radiohead, con un poco de cinta adhesiva en los huequitos del lomo (o bien dos bolitas de papel), podés borrarlo y grabarle encima el nuevo de Coldplay. l Admite el concepto de lado B: como el disco de vinilo, y a diferencia de CDs y MP3, soporta con hidalguía la idea de un lado alternativo, oscuro y menos accesible, para delicias de los fans.
En contra: l Su capacidad de almacenamiento: un buen reproductor de MP3 hoy puede albergar tanta música como 1500 casetes... Es un afano, suspéndanlo, diría la banda (con la “o” final acentuada). l La cinta se enrosca. Los pasacasetes siempre fueron mordisqueadores vocacionales de cintas, y por tanto, estropeadores vocacionales de canciones. l El calor lo arruina. Lo sabe quien dejó casetes en la guantera de un auto al solcito, y luego se encontró con un sonido que recuerda a un concurso de gárgaras sólo para osos pardos. l El paso del tiempo lo arruina. A diferencia de los vinos y las canciones de los Beatles, cuando las cintas envejecen, no mejoran sino que se deterioran y se convierten –contra su voluntad– en low-fi. l El uso continuo lo arruina. Lo saben tus tres casetes favoritos, los que más veces escuchaste: inevitablemente son los que peor suenan.

1 comentario:

Rubén Kotler dijo...

La nostalgia de los casettes, otra especie en extinción... y a este ritmo dentro de poco el CD pasará a formar parte de la colección de los museos. Igualmente creo que al casette, y contra todo pronóstico le sigue quedando vida, llevar una grabadora con casette o una mini de microcasette sigue teniendo su aquel... Será que estoy viejito, pero me niego a que esa cajita (que para mi es tan mágica como un CD chatito) desaparezca, con los vinilos no me he encariñado tanto, pero quien no se emociona de ver en una librería de antiguos un disco (de los de antes) con su enorme tapa de, por ejemplo, Mercedes Sosa... ahhhhhh...