domingo, enero 15, 2012

Sexto B

Fue el espacio que elegí para diseñar un proyecto de vida que no prosperó, porque nacieron otros. Al poco tiempo de habitarlo, se convirtió en el lugar de encuentro para amigos, compañeros, y desconocidos.

Entre esas cuatro paredes pasaron muchas cosas. Quedaron allí noches largas de discusiones políticas, confesiones de todo tipo, lágrimas desesperadas, cumpleaños, risas, pasos de baile, brindis y hasta una cañita voladora que salió desde el balcón con miles de buenos deseos.

Fue el lugar elegido para terminar las noches truncas por el 4AM tucumano. También fue el centro de operaciones para el armado de talleres, cierres de etapas, trabajos para la fundación, reuniones, diseños de proyectos, sedes gremiales y hasta para salas de ensayo.

Fue mi casa durante muchos años, incluso hasta este último en el que no la habité. Aquí abandoné por quinta vez al mismo amor que está acá conmigo todavía, nacieron y renacieron otros, se terminaron muchos, regresaron muchos otros; algunos se fueron para no volver nunca más y otros todavía pasan mirando de reojo la esquina con ganas de tocar el timbre.

Desde el balcón pensé miles de veces qué hacer con mi vida todas esas miles de veces que quedé sin trabajo.

En este lugar, lloré a mi madrina, a mi abuelo, me atrincheré para no despedirme de mi tío preferido cuando decidió partir, y busqué incansablemente fuerzas para soportar la muerte de mi tía.

Ahí, se conocieron muchos de mis amigos y hasta nació un gran amor. El portero fue tocado para contar secretos, para pedir auxilio, para llorar, o simplemente para mirar la calle desde el balcón. Pasó mucha gente, amigos de todas partes que llegaron para estar un día, dos días, tres, semanas. Todos fueron parte de este departamento.

No tenía muchos muebles, pero estaba lleno de papeles y de poesías. Las heladeras siempre fueron diminutas, pero todas tenían una Coca Cola adentro. Tenía poca luz y música todo el tiempo a toda hora. Era chico, pero nunca se notó.

El viernes tuve que abandonarlo, entregar la llave, partirme en dos. Recordé el momento en que lo conocí y debo decir que nunca pensé que iba a significar tanto para mí y para tanta gente. Siento que quedaron atrás siete años de mi vida, y que ahora hay que empezar a pensar de nuevo cómo se sigue. Quedan de acá mis amigos, los que pasaron estos años conmigo y que los llevo guardados dentro mío como un amuleto de la mejor fortuna.

3 comentarios:

Varsanyi dijo...

Y también ahí adentro queda la Maby, aunque los dueños ni los futuros inquilinos lo sepan. Ese es el dpto de la Maby, cabrones!

Maby dijo...

Gracias chabón querido! Si te fijás bien en la foto, ves que está ahí todo desarmadito? Fruto de mucho tiempo de trabajo! Un abrazo, te quiero mucho, Gabicito!

A. M. Vermon dijo...

No es facil decir que la vida sigue, porque el corazón de uno siempre evoca y a su vez a quedado en algun lugar aunque continue en el presente siempre con toda la inocencia y la esperanza de la felicidad cotidiana.
Pero el desarraigo es un castigo excesivo. Solo resta pensar que todo es para mejor, que algo mejor nos espera, que nuestro destino es cambiar de lugar. Pero en nuestro corazón la riqueza del recuerdo.