viernes, abril 24, 2009

Soledad de violines


Hace exactamente un mes estuve en la casa de Sixto Palavecino, fuí a acompañar a mi amigo Diego que iba a hacerle una nota, la última que Sixto dio. Su hijo nos daba un pronóstico jodido, sin embargo, cuando lo vimos descubrimos que Sixto conservaba la chispa de siempre, se le iluminaba la cara de dulzura ante cada palabra que pronunciaba, y sonría, mucho. A pesar de que cuando salí de su casa me dieron muchas ganas de llorar, volví de Santiago sintiéndome colmada porque de verdad no pensé que don Sixto se fuera tan pronto. Se veía que él le estaba peleando mucho a la muerte. Porfiada ella, que se lo llevó, de todas maneras no es para nada fácil resignarse a no escuchar el violín de Sixto.
Este es el link de la nota de Diego: "La leyenda del violín del norte"


1 comentario:

Gaby Baigorrí dijo...

Qué pena cuando se apaga un artista. Amiga te dejé una invitación en mi blog. Besos