martes, diciembre 19, 2006

lunes, diciembre 18, 2006

Murió Barbera


Uno de los creadores de "Los Picapiedras", Joe Barbera falleció anoche a los 95 años. Era la dupla de William Hanna. Juntos, crearon innumerables dibujos animados como Los Picapiedras, Los Supersónicos, El oso Yogi y Tom y Jerry. El creador habría muerto de causas naturales y en su hogar.




domingo, diciembre 17, 2006

Aniversario

Este año se cumplen cinco de los históricos sucesos de diciembre, los que le cambiaron el perfil a este país. Esta nota la leí en el suplemento No! de Página 12 , que salió el jueves pasado. La nota se llama "Todo lo sólido" y es de Juan Manuel Strassburger.

miércoles, diciembre 13, 2006

Sobre Pinochet

"Al hada madrina del cuento de La Cenicienta, el dingdong de las campanillas y general Augusto Pinochet tienen mucho en común. A los tres se les atribuye algunos hechos mágicos".

Así comienza un artículo que me envió un colega sobre Pinochet. La nota está escrito por el periodista investigador Greg Palast y columnista de "The London Observer". Es interesante porque tiene muchos datos acerca de todo lo que siempre se construyó en torno a los años que el dictador fue presidente de Chile. Leer acá la nota completa.

Algo hay detrás



Esta foto me saqué en la conferencia de prensa que la semana pasada se realizó con Pity Alvarez. Me sorprendieron muchas cosas de Pity: la simpleza, su capacidad para responder todo con frescura, y una mirada innegablemente artística de todas las cosas. Algo esconde Pity. Talento, simpleza y mucha música. Algo tiene. Acá van fragmentos de la conferencia de prensa en tres de los medios tucumanos.

Links: "Esta noche se vivirá una fiesta “intoxicada”

“Estoy dispuesto a pagar derecho de piso siempre”, dijo Pity Alvarez

"Pity, de Intoxicados"

lunes, diciembre 11, 2006

La muerte del dictador

“Pinochet no es sólo el nombre de un viejo milico chileno sin cultura, sin moral, sin escrúpulos y sin misericordia, cuya muerte no vale ni un mínimo responso. También es un nombre que a los argentinos debe recordarnos que a veces admiramos cosas tan poco admirables y tomamos como ejemplo éxitos tan caros, que nuestros propios logros se desdibujan. La democracia chilena, en comparación con la argentina, fue desde su nacimiento más frágil, más burda y más injusta. Nació con una mano de un monstruo meciendo su cuna. Que el monstruo se muera es la ley de la vida, y no tiene nada que ver con la Justicia. Chile sigue sin haber hecho su exorcismo”. Así definió Sandra Russo a Pinochet en la nota que firma en la edición del Página 12 de hoy.
La verdad, acá también festejamos la muerte del dictador, pero en el fondo nos da tristeza ver que se murió sin una condena legal. Duele que tanta gente muerte, tanta gente que fue alejada de su patria, tantos fusilados no hayan tenido el reconocimiento de la justicia. Me hubiera gustado verlo preso, muriéndose ahí. Seguramente lo hubiera festejado más de lo que festejé ayer. Pero es inevitable preguntarse si es que los Bussi, los Videla, y todos lo demás que andan sueltos por ahí, no van a correr con la misma suerte de este terrible militar.


Link: "La muerte anunciada del dictador"
"Retrato de un dictador"

lunes, diciembre 04, 2006

En nombre del abuelo

Encontré hace poco este cuento. Lo leí atraída por su título y me encontré con una historia que me recordó a mi abuelo. Es de Gustavo Roldán, un escritor argentino maravilloso de literatura infantil.


COMO SI EL RUIDO PUDIERA MOLESTAR (Gustavo Roldán)
Fue como si el viento hubiera comenzado a traer las penas. Y de repente todos los animales se enteraron de la noticia. Abrieron muy grandes los ojos y la boca, y se quedaron con la boca abierta, sin saber qué decir.Es que no había nada que decir. Las nubes que trajo el viento taparon el sol. Y el viento se quedó quieto, dejó de ser viento y fue un murmullo entre las hojas, dejó de ser murmullo y apenas fue una palabra que corrió de boca en boca hasta que se perdió en la distancia. Ahora todos lo sabían: el viejo tatú estaba a punto de morir.Por eso los animales lo rodeaban, cuidándolo, pero sin saber qué hacer.
—Es que no hay nada que hacer —dijo el tatú con una voz que apenas se oía—. Además, me parece que ya era hora. Muchos hijos y muchísimos nietos tatucitos miraban con una tristeza larga en los ojos.
—¡Pero, don tatú, no puede ser! —dijo el piojo—, si hasta ayer nomás nos contaba todas las cosas que le hizo al tigre.
—¿Se acuerda de las veces que lo embromó al zorro?
—¿Y de las aventuras que tuvo con don sapo?
—¡Y cómo se reía con las mentiras del sapo!Varios quirquinchos, corzuelas y monos muy chicos, que no habían oído hablar de la muerte, miraban sin entender.
—¡Eh, don sapo! —dijo en voz baja un monito—. ¿Qué le pasa a don tatú? ¿Por qué mi papá dice que se va a morir?
—Vamos, chicos —dijo el sapo—, vamos hasta el río, yo les voy a contar.
Y un montón de quirquinchos, corzuelas y monitos lo siguieron hasta la orilla del río, para que el sapo les dijera qué era eso de la muerte. Y les contó que todos los animales viven y mueren. Que eso pasaba siempre, y que la muerte, cuando llega a su debido tiempo, no era una cosa mala.
—Pero don sapo —preguntó una corzuela—, ¿entonces no vamos a jugar más con don tatú?
—No. No vamos a jugar más.
—¿Y él no está triste?
—Para nada. ¿Y saben por qué?
—No, don sapo, no sabemos...
—No está triste porque jugó mucho, porque jugó todos los juegos. Por eso se va contento.
—Claro —dijo el piojo—. ¡Cómo jugaba!
—¡Pero tampoco va a pelear más con el tigre!
—No, pero ya peleó todo lo que podía. Nunca lo dejó descansar tranquilo al tigre. También por eso se va contento.
—¡Cierto! —dijo el piojo—. ¡Cómo peleaba!
—Y además, siempre anduvo enamorado. También es muy importante querer mucho.
—¡Él sí que se divertía con sus cuentos, don sapo! —dijo la iguana.—¡Como para que no! Si más de una historia la inventamos juntos, y por eso se va contento, porque le gustaba divertirse y se divirtió mucho.
—Cierto —dijo el piojo—. ¡Cómo se divertía!—Pero nosotros vamos a quedar tristes, don sapo.
—Un poquito sí, pero... —la voz le quedó en la garganta y los ojos se le mojaron al sapo —. Bueno, mejor vamos a saludarlo por última vez.
—¿Qué está pasando que hay tanto silencio? —preguntó el tatú con esa voz que apenas se oía—. Creo que ya se me acabó la cuerda. ¿Me ayudan a meterme en la cueva?Al piojo, que estaba en la cabeza del ñandú, se le cayó una lágrima, pero era tan chiquita que nadie se dio cuenta. El tatú miró para todos lados, después bajó la cabeza, cerró los ojos, y murió.
Muchos ojos se mojaron, muchos dientes se apretaron, por muchos cuerpos pasó un escalofrío. Todos sintieron que los oprimía una piedra muy grande. Nadie dijo nada.
Sin hacer ruido, como si el ruido pudiera molestar, los animales se fueron alejando. El viento sopló y sopló, y comenzó a llevarse las penas. Sopló y sopló, y las nubes se abrieron para que el sol se pusiera a pintar las flores.
El viento hizo ruido con las hojas de los árboles y silbó entre los pastos secos.
—¿Se acuerdan —dijo el sapo— cuando hizo el trato con el zorro para sembrar maíz?