Consigo
E Irene miró a la del techo y pensó: He perdido el paraíso. Ya no tenía con quién compartir esta risita súbita; esta historia ya no se la podía contar a nadie. Soy tu par, pensó sin alegría. Y supo que ahora estaba tan sola como él estaba solo, que ya nadie vendría a abrigarla con su rara luz, que de estos descensos sin expiación tendría ella que hacer brotar un día su propia luz, que con esta madera tenía que encender la fogata y pasiones. Si le da el cuero, marquesa. Ella sonrió con cierto cansancio. Me dará el cuero, conde.
Entonces cerró los ojos. Y abandonada la muchacha del cristal, llena de sí misma, reconcentrada en sí misma, cargando por primera vez sobre su cuerpo el pavoroso peso del mundo caótica y única y desolada, dijo:
-Fui feliz.
2 comentarios:
mi amiga volvió a compartir poesía!!!!!!!!!!! qué bueno.
Queremos tanto a Heker.
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